Soviet y Restarter
La introducción de extranjerismos en un idioma (neologismos acuñados a partir de palabras procedentes de otros idiomas) es algo común en la evolución de las lenguas.
Con frecuencia sorprenden e incluso desagradan a los nativos pero, si llenan un hueco semántico, es probable que terminen asimilándose.
Ahora, mientras leo lo de "restarter" y el rechazo inmediato que me ha producido, me viene a bote pronto a la cabeza la palabra "soviet". Tiene una traducción directa al español: Consejo o Concejo (organismo).
De hecho, la derrotada revolución húngara de 1918 estableció la República de los Consejos, como se tradujo al castellano. Así se tradujeron igualmente las experiencias también abatidas de Alemania de esos años: la República de los Consejos de Bavaria, por ejemplo.
Sin embargo, los mismos que tradujeron así las experiencias centro-europeas, no lo hicieron para el caso de España, donde proponían la creación de la unión de repúblicas soviéticas socialistas de España.
Qué duda cabe que en español tiene otra plasticidad y sonoridad decir "Todo el poder a los Soviets" que decir "Todo el poder a los Consejos".
El problema es que incluso semánticamente podría inducir a confusión. En los reinos de las "Españas" desde época medieval se constituyeron Consejos o Concejos (la diferencia de grafía era por zona, pero ambos términos siguen utilizándose hoy en día de manera extendida).
Lógicamente la palabra no indicaba directamente capacidad de decisión, sino todo lo contrario: consultiva de los señores feudales y semifeudales de la época, que a la postre eran quienes mandaban. Pero pronto empezaron a adquirirlas, en la compleja e intrincada lucha entre las clases en el poder y las clases en alza en aquellos siglos. Hasta tal extremo, que hoy en día hay sitios en España donde el órgano ejecutivo de mando local se llama "Concejo". Y allí donde es más común la palabra Consistorio e incluso en gobiernos autonómicos, aún así la forma oficial de nombrar al que tiene el poder es "Concejal", "Consejero", etc.
Se entiende entonces que en España no signifique lo mismo decir "Todo el poder a los Soviets", con toda su imaginería y remembranza revolucionarias, a decir "Todo el poder a los Consejos". Vaya usted a saber si las derechas aprovechan para contestar: "Ya lo tenemos, pero gracias por el apoyo".
Es decir que en España el préstamo de la palabra "soviet" tuvo su sentido y oportunidad, y ahí se quedó en nuestro idioma.
Ahora bien, llamar a lo que es una "Fiesta de Reparación" un "Restart Party" es de un cretinismo histórico. Lleva implícito un adocenamiento intelectual y cultural de tal nivel, que dudo mucho de la capacidad transformadora social de nadie que se preste acríticamente a esas nomenclaturas.
Con frecuencia sorprenden e incluso desagradan a los nativos pero, si llenan un hueco semántico, es probable que terminen asimilándose.
Ahora, mientras leo lo de "restarter" y el rechazo inmediato que me ha producido, me viene a bote pronto a la cabeza la palabra "soviet". Tiene una traducción directa al español: Consejo o Concejo (organismo).
De hecho, la derrotada revolución húngara de 1918 estableció la República de los Consejos, como se tradujo al castellano. Así se tradujeron igualmente las experiencias también abatidas de Alemania de esos años: la República de los Consejos de Bavaria, por ejemplo.
Sin embargo, los mismos que tradujeron así las experiencias centro-europeas, no lo hicieron para el caso de España, donde proponían la creación de la unión de repúblicas soviéticas socialistas de España.
Qué duda cabe que en español tiene otra plasticidad y sonoridad decir "Todo el poder a los Soviets" que decir "Todo el poder a los Consejos".
El problema es que incluso semánticamente podría inducir a confusión. En los reinos de las "Españas" desde época medieval se constituyeron Consejos o Concejos (la diferencia de grafía era por zona, pero ambos términos siguen utilizándose hoy en día de manera extendida).
Lógicamente la palabra no indicaba directamente capacidad de decisión, sino todo lo contrario: consultiva de los señores feudales y semifeudales de la época, que a la postre eran quienes mandaban. Pero pronto empezaron a adquirirlas, en la compleja e intrincada lucha entre las clases en el poder y las clases en alza en aquellos siglos. Hasta tal extremo, que hoy en día hay sitios en España donde el órgano ejecutivo de mando local se llama "Concejo". Y allí donde es más común la palabra Consistorio e incluso en gobiernos autonómicos, aún así la forma oficial de nombrar al que tiene el poder es "Concejal", "Consejero", etc.
Se entiende entonces que en España no signifique lo mismo decir "Todo el poder a los Soviets", con toda su imaginería y remembranza revolucionarias, a decir "Todo el poder a los Consejos". Vaya usted a saber si las derechas aprovechan para contestar: "Ya lo tenemos, pero gracias por el apoyo".
Es decir que en España el préstamo de la palabra "soviet" tuvo su sentido y oportunidad, y ahí se quedó en nuestro idioma.
Ahora bien, llamar a lo que es una "Fiesta de Reparación" un "Restart Party" es de un cretinismo histórico. Lleva implícito un adocenamiento intelectual y cultural de tal nivel, que dudo mucho de la capacidad transformadora social de nadie que se preste acríticamente a esas nomenclaturas.
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